EL SENTIDO DE TODO ESTO

NADA ES VERDAD. TODO VALE. YA NADA ES SAGRADO. YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS. LA TUNA, BAJO SU FRIVOLA APARIENCIA DE CANCIONES INSULSAS, DISFRACES DECANDENTES Y NUMEROS DE CABARET MEDIEVALESCOS, NOS ENSEÑA EL CAMINO Y LA UNICA VERDAD. EL CONOCIMIENTO NO EXISTE. EN LA UNIVERSIDAD NO SE ENSEÑA NI SE APRENDE. A TRAVÉS DEL SOLIPSOLISMO Y EL NIHILISMO CONTEMPLAMOS QUE LAS COSAS SON COMO SON Y NO COMO DEBERÍAN SER. PARA ELLO ES NECESARIO ALCANZAR A VER LA CARA OCULTA DE LAS COSAS....

martes, 8 de noviembre de 2011

EL MONOPOLIO DE LA INDIGNACIÓN VOL. I

“Néstor, no te indignes” . Eso me decía un amigo una y otra vez, cuando indignarse era más una expresión emocional instantánea que una opción política o un estilo de vida.

Vaya por delante mi más sincero respeto a todas aquellas personas que convirtieron el sueño utópico del 15 en un faro que guía la travesía por las tinieblas de aquellos que esperamos un nuevo orden mundial surgido de los escombros del derrumbado capitalismo extremo que hemos padecido.

No pretendo criticar sus postulados, en el sentido que lo hacen los liberales como el inefable Sanchez Dragó, quizás en un intento de crear polémicas que le ayuden a vender más libros, toda vez que sus confesiones sobre sus desventuras sexuales en tierras niponas han caido en el cajón de las “cosas que ya no escandalizan a nadie”. Tampoco creo, como sostienen las hordas intereconómicas, que estas personas sean una tribu de nómadas, apátridas, vagos y maleantes, sin oficio ni beneficio, que deberían buscarse un trabajo (¡cómo si lo hubiera!) en vez de holgazanear en plazas.

Pero lo cierto es que tras meses en el candelero, esto empieza a dar síntomas de agotamiento existencial. Se hace necesario pues, alertar a los que creemos firmemente en la esencia de la indignación, de ciertos peligros que rodean el invento y hacen peligrar su llegada a buen puerto:

1.- el apadrinamiento del marketing y los “mass-media”: el mismo sistema que convirtió al Ché Guevara en una camiseta que se vendía en una conocida cadena de ropa joven y moderna (fabricada en Vietnam en condiciones infrahumanas, ¡si el comandante levantara cabeza!) es capaz de acuñar el término “indignado” y convertirlo en una tribu urbana, como si de emos se tratare. Lo cierto es que el mismo término ya se inventó por los medios de comunicación, que lo tomaron prestado del panfleto que escribió el gurú del movimiento, el cual incitaba a rebelarse y a indignarse contra el sistema. Eso sí, después de comprar un ejemplar del mismo en cualquier superficie comercial. Las campañas de marketing pueden ser muy dañinas. Al menos esa impresión me dio cuando otro ilustre (sin ironía el calificativo), en este caso Eduardo Punset, apadrinó al movimiento y les exhortó a que no pararan. Eso sí, no se quedó a dormir. Luego lo ví en la tele en el anuncio del pan Bimbo…

Todos estos intentos de domesticar y desnaturalizar las primitivas reivindicaciones tienen mucho que ver con el siguiente obstáculo en el camino.

2.- que la indignación pase de ser un medio a un fin. En efecto, por lo anteriormente expuesto se corre el riesgo de que cualquier persona que se identifique con el movimiento quede caricaturizado bajo el cliché de ser un “indignado” descafeinado, no una persona con ideales. Lo que en su día fue un símbolo, tomar la plaza Sol para cambiar como primera estación en el recorrido hacia un nuevo futuro, pareció tornarse en el final del trayecto, cuando, una vez desalojados, la consigna era volver a tomar la plaza, en este caso no como medio, sino como fin. Mucho se ha debatido sobre cuál es el siguiente paso a seguir. La cruda realidad nos enseña que sólo hay dos formas de cambiar un sistema, bueno, realmente sólo hay una: llegar al poder. Y hoy en día se puede hacer de dos maneras principales: desde dentro del sistema o por la fuerza. Descartada la primera opción de constituirse en partido político para así aspirar a regir los designios de este mundo, por un entendible miedo a la política, que corrompe todo lo que toca, y descartada la segunda opción por razones éticas obvías, nos encontramos ante la encrucijada de qué camino coger. Lo cierto es que hacer cualquier cosas siempre suele ser mejor que no hacer nada. Se hace necesario comenzar a andar, de lo contrario se corre el riesgo de morir sentado en una plaza…

continuará….

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