EL SENTIDO DE TODO ESTO

NADA ES VERDAD. TODO VALE. YA NADA ES SAGRADO. YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS. LA TUNA, BAJO SU FRIVOLA APARIENCIA DE CANCIONES INSULSAS, DISFRACES DECANDENTES Y NUMEROS DE CABARET MEDIEVALESCOS, NOS ENSEÑA EL CAMINO Y LA UNICA VERDAD. EL CONOCIMIENTO NO EXISTE. EN LA UNIVERSIDAD NO SE ENSEÑA NI SE APRENDE. A TRAVÉS DEL SOLIPSOLISMO Y EL NIHILISMO CONTEMPLAMOS QUE LAS COSAS SON COMO SON Y NO COMO DEBERÍAN SER. PARA ELLO ES NECESARIO ALCANZAR A VER LA CARA OCULTA DE LAS COSAS....

sábado, 10 de diciembre de 2011

EL ÚLTIMO ROMÁNTICO


Ayer fui a la presentación de un libro. No suele prodigarme mucho en ese tipo de actuaciones. El libro se titulaba “Canarias territorio del misterio”(José Gregorio González), y del mismo sólo diré que es una compilación sobre investigaciones de temática misteriosa acaecidas en nuestro archipiélago realizadas con rigor, profesionalidad y pasión, ya que no es objeto de estas líneas realizar una crítica del libro, sino reivindicar el trasfondo del mismo.

Lo cierto es que hoy en día parece una frivolidad hablar de algo que no sea la situación económica mundial (me niego a llamarla crisis, ya que ha sido un acto de terrorismo financiero global orquestado) o la prima de riesgo, pero es precisamente la mediocridad de la situación actual en la que vivimos la que impulsa a algunos hombres a soñar, a adentrarse en fronteras no exploradas.

Corren pues malos tiempos para el romanticismo, entendiéndose como aquella corriente que buscaba la rebelión contra las reglas preestablecidas a la par que la exaltación del individuo, sus deseos, sueños, temores y anhelos.

Somos libres de creer o no creer, pero desde aquí rompo una lanza a favor de todos aquellos inconformistas, asqueados del mundo que los rodea, que desean ver, saber o aprender siempre un paso más allá. Y es que la capacidad de asombro del ser humano ha sido el motor evolutivo de la historia, y no debemos perderla, aún cuando parece que todo está ya inventado, sabido o parido, como en los tiempos oscuros que nos ha tocado vivir.

Yo personalmente quiero seguir asombrándome, sorprendiéndome, temiendo, intentando entender y comprender lo inalcanzable. Me niego a creer que no hay nada más allá de toda esta mediocridad, simpleza que me rodea. Tiene que haber algo más. ¡Tiene que haberlo!.



lunes, 14 de noviembre de 2011

LA CULPA DE TODO


Tengo un amigo que cree que la culpa de todo la tienen los licenciados en derecho. Lo cierto es que por más que intento rebatirlo acabo descubriendo que no le puedo negar la razón así, a la ligera. Bueno, quizás no tengamos toda la culpa, pero viendo cómo va el mundo, sí que tenemos la mayoría de los boletos para tenerla.

No es asunto banal por mucho que lo parezca. Es algo que ha preocupado a la sociedad desde tiempos inmemoriables. Antaño, cuando la humanidad era regida por las normas dadas por deidades, llámese tablas de la ley o llámese el brujo chaman de la tribu colocado de ácido, todo era más fácil. La culpa siempre era del de arriba, que es el que crea las leyes.

Un buen día, algunos hombres deciden que ya es hora de que seamos responsables de nuestro destino y crean el contrato social, que seguro que fue redactado por un licenciado en derecho.

No obstante, dudo que la culpa sea exclusivamente del que redacta las leyes. Al fin y al cabo somos seres imperfectos viviendo en una sociedad imperfecta, con lo cual es mucho esperar que se nos ocurran reglas perfectas para regular todo este caos.

En efecto, el derecho no es mas que fiel reflejo de la sociedad, que vierte en este instrumento todos sus anhelos, represiones y miedos. El licenciado en derecho solo intenta plasmar, con desigual fortuna, todo ello en palabras. Quizás de lo único que tenga la culpa sea de creer que es capaz de hacerlo. El derecho siempre va detrás de la sociedad lo cual le suma otro defecto además del de imperfecto: retrasado. No es más que un cubo de playa con motivos de Bob Esponja el cual nosotros, estúpidos que somos, empleamos para achicar el agua de un barco que se hunde por los cuatro costados.

Siguiendo con el símil, el cubo del afable Bob es un buen cubo, ideal para hacer un castillo de arena pero que se antoja inútil a la hora de llevar a cabo empresas de mayor enjundia. A nadie se le ocurriría echarle la culpa del naufragio del Titanic a la poca capacidad del cubo de Bob Esponja a la hora de achicar agua. Pues con el derecho pasa lo mismo. No es más que el cubo de Bob Esponja que hemos creado para tratar de regular nuestra caótica existencia.

Y es que con las leyes pueden pasar tres cosas. Que estén mal redactadas, que estén mal aplicadas o que simplemente estén mal obedecidas. Ejemplos: la Ley de Violencia de Género, en el primer caso, la Ley de Dependencia, en el segundo o , por ejemplo, las leyes fiscales en el último.

Fuera de discusión queda el hecho de que una ley mal redacta es culpa exclusiva de su redactor. Ahí si vale: la culpa es del licenciado. Sí. Pero también de un congreso de diputados que la aprueba, fruto de la soberanía popular. Y hasta de un tribunal que entiende que esa norma es conforme a derecho. En fin, que la culpa puede ser en última instancia de nosotros, que al fin y al cabo aprobamos una constitución que permite que se apruebe esa ley mal redactada. Podemos seguir remontando la culpa atrás en el tiempo hasta echársela al Big Bang, último responsable de todo este desmadre.

MÀRTIRES DE LA MERCADOCRACIA VOL. I: IL CAVALIERE


Vaya por delante que su dimisión nunca puede ser una mala noticia para todo aquel que se precie de tener un mínimo sentido de la ética, justicia e igualdad. Pero no es menos cierto que los motivos y las formas en las que este lamentable suceso ha acontecido sí que son una mala noticia para todos aquellos que creemos en un mundo mejor.

Siempre pensé que si algún día Berlusconi dimitía, sería forzado por sus contínuos escándalos: apuestas ilegales deportivas con su club AC Milan, concentración de medios de comunicación en sus manos, aprobación de leyes que impiden que sea juzgado, o, hasta sus bizarras orgias (que es lo de menos) o comentarios desafortunados sobre la Gestapo o Mussolini. No. Nada de eso. Han sido los mercados.

En efecto, los mercados juegan con los hombres como los dioses de la antigüedad lo hacían. Ya no necesitan convertirse en águila o piedras para fecundar a las mujeres de los reyes. Sólo necesitan expresar su duda para fulminar en dos días una carrera política de mas de 30 años. Desde aquí mi más sentido homenaje a un personaje que logró labrarse un porvernir con lo grotesco, bizarro, mundano y chabacano por bandera. Nos encontramos ante el ocaso del modelo conocido como político-showman: aquel que no duda en mostrarse tal como es ante su amado público, ya sea vanagloriando de su desverguenza (el mismo Cavalieri) o alardeando de su ignorancia (George William Bush) o, si se quiere, hasta de su talante y falta de maldad (ZP). Los mercados no están para bromas y para ellos la política no es un fin, sino un medio. Si hace falta adelantar las elecciones en España, pues se adelantan. Si hay que quitar de en medio a un derrochador que ha entendido la política como una gran fiesta que nunca acaba en resaca, pues también.

Da miedo, pero a la vez alivio. Ya no me siento responsable de mi voto el próximo domingo. Total. Salga quien salga, como, por ejemplo, Rajoy (¿se lo imaginan?), si en un momento determinado los mercados deciden que no debe ser más presidente, dejará de serlo. Así, bajando un poquito la prima de riesgo, como quien no quiere la cosa. Puede que votar sea un derecho y una obligación, pero en mi opinión, cuando la democracia se convierte en una tomadura de pelo y una farsa, todos aquellos que colaboramos con la pantomima a modo de comparsa, tenemos nuestra responsabilidad. Muchos se preguntaran si cabe hacer algo al respecto. Probemos empezando por no votar.

martes, 8 de noviembre de 2011

La Génesis: el sentido de todo esto

http://www.youtube.com/watch?v=BjH2MpDb0i8

APOLOGÍA DE LA EMIGRACIÓN



No me malinterpreten. Adoro ese programa. Lo considero un oasis en medio del yermo páramo desierto en el que se ha convertido el panorama televisivo nacional, tedetés incluido, en cuanto a unos estándares mínimos de decencia, inteligencia y calidad (¿para cuándo auditorías de calidad ISO-9001 para los medios de comunicación?).

Pero lo cierto es que cada vez que veo Españoles en el Mundo me viene a la cabeza el mismo pensamiento: lárgate de aquí, nadie es profeta en su tierra. Me asombra la cantidad de compatriotas que subsisten allende la frontera, todos con similar fortuna y una misma frase clonada: “en España no sería posible vivir así”. Da gusto ver como problemas tales como alquileres estratosféricos, hipotecas leoninas o trabajos temporales e infraremunerados parecen ser males endémicos de esta tierra y no parecen afectar a los colones hispanos del “nuevo mundo”. Todavía no he visto a un español en el mundo que sea becario, o mileurista, o que comparta un piso de 45 metros cuadrados con un rumano, un senegalés o un ecuatoriano (los erasmus no cuentan), que tenga dificultades para llegar a fin de mes o que simplemente esté en el paro.

La explicación más plausible es pensar que “haberlo, hailos”, pero que a nadie le interesaría la vida de un español que trabaje de becario para una multinacional en Bangladesh, u otro que lleva seis meses de desempleo mientras sobrevive haciendo chapuzas en economía sumergida en Dinamarca. De esos ya tenemos bastantes aquí. Así que tomándose la pertinente licencia drámatica en pro del espectáculo, sólo aparece esos españoles, hechos a si mismo, que se han forjado un porvenir provechoso a base de trabajo, audacia, esfuerzo y tesón, convirtiéndose en ejemplo, luz y guía para todos aquellos que deambulamos entre las sombras de estos tiempos tenebrosos que nos ha tocado habitar.

Yo sin embargo, prefiero quedarme con la teoría de la conspiración según la cual esto no es más que un canto de sirena orquestado por los poderes fácticos a través del medio oficial de propaganda (TVE) para que los que protestamos simplemente nos vayamos con la música a otra parte. A mi ni me la pegan. Apología de la emigración. Español, lábrate un futuro, pero fuera de aquí, que luego te entrevistaremos para que nos digas que lo único que echas de menos es la familia y el jamón serrano. Eso sí, orgullosos de nuestra selección, ese nuevo referente patriótico y quizás el único ejemplo contemporáneo de personas que si han triunfado en España. Mentira: ellos también han tenido que emigrar a Austria y a Sudáfrica para prosperar.

Añoro aquellos tiempos en los que cayucos y pateras arrivaban nuestras costas con la frecuencia de las líneas aéreas “low-cost”. Aquello emigrantes venían a España porque nuestra televisión provocaba un efecto llamada al vender una imagen de una España burbujeante en lujos, diversión y frivolidades. Pero a la Coca-cola se le fue el gas. Definitivamente, las cosas han cambiado.

EL MONOPOLIO DE LA INDIGNACIÓN VOL. I

“Néstor, no te indignes” . Eso me decía un amigo una y otra vez, cuando indignarse era más una expresión emocional instantánea que una opción política o un estilo de vida.

Vaya por delante mi más sincero respeto a todas aquellas personas que convirtieron el sueño utópico del 15 en un faro que guía la travesía por las tinieblas de aquellos que esperamos un nuevo orden mundial surgido de los escombros del derrumbado capitalismo extremo que hemos padecido.

No pretendo criticar sus postulados, en el sentido que lo hacen los liberales como el inefable Sanchez Dragó, quizás en un intento de crear polémicas que le ayuden a vender más libros, toda vez que sus confesiones sobre sus desventuras sexuales en tierras niponas han caido en el cajón de las “cosas que ya no escandalizan a nadie”. Tampoco creo, como sostienen las hordas intereconómicas, que estas personas sean una tribu de nómadas, apátridas, vagos y maleantes, sin oficio ni beneficio, que deberían buscarse un trabajo (¡cómo si lo hubiera!) en vez de holgazanear en plazas.

Pero lo cierto es que tras meses en el candelero, esto empieza a dar síntomas de agotamiento existencial. Se hace necesario pues, alertar a los que creemos firmemente en la esencia de la indignación, de ciertos peligros que rodean el invento y hacen peligrar su llegada a buen puerto:

1.- el apadrinamiento del marketing y los “mass-media”: el mismo sistema que convirtió al Ché Guevara en una camiseta que se vendía en una conocida cadena de ropa joven y moderna (fabricada en Vietnam en condiciones infrahumanas, ¡si el comandante levantara cabeza!) es capaz de acuñar el término “indignado” y convertirlo en una tribu urbana, como si de emos se tratare. Lo cierto es que el mismo término ya se inventó por los medios de comunicación, que lo tomaron prestado del panfleto que escribió el gurú del movimiento, el cual incitaba a rebelarse y a indignarse contra el sistema. Eso sí, después de comprar un ejemplar del mismo en cualquier superficie comercial. Las campañas de marketing pueden ser muy dañinas. Al menos esa impresión me dio cuando otro ilustre (sin ironía el calificativo), en este caso Eduardo Punset, apadrinó al movimiento y les exhortó a que no pararan. Eso sí, no se quedó a dormir. Luego lo ví en la tele en el anuncio del pan Bimbo…

Todos estos intentos de domesticar y desnaturalizar las primitivas reivindicaciones tienen mucho que ver con el siguiente obstáculo en el camino.

2.- que la indignación pase de ser un medio a un fin. En efecto, por lo anteriormente expuesto se corre el riesgo de que cualquier persona que se identifique con el movimiento quede caricaturizado bajo el cliché de ser un “indignado” descafeinado, no una persona con ideales. Lo que en su día fue un símbolo, tomar la plaza Sol para cambiar como primera estación en el recorrido hacia un nuevo futuro, pareció tornarse en el final del trayecto, cuando, una vez desalojados, la consigna era volver a tomar la plaza, en este caso no como medio, sino como fin. Mucho se ha debatido sobre cuál es el siguiente paso a seguir. La cruda realidad nos enseña que sólo hay dos formas de cambiar un sistema, bueno, realmente sólo hay una: llegar al poder. Y hoy en día se puede hacer de dos maneras principales: desde dentro del sistema o por la fuerza. Descartada la primera opción de constituirse en partido político para así aspirar a regir los designios de este mundo, por un entendible miedo a la política, que corrompe todo lo que toca, y descartada la segunda opción por razones éticas obvías, nos encontramos ante la encrucijada de qué camino coger. Lo cierto es que hacer cualquier cosas siempre suele ser mejor que no hacer nada. Se hace necesario comenzar a andar, de lo contrario se corre el riesgo de morir sentado en una plaza…

continuará….

MAMÁ, ¿QUÉ SON LOS MERCADOS?

Algo así deben estar preguntándose los niños de hoy en día. Y mucho me temo que, como yo, obtengan un encogimiento de hombros o un “búscalo en Internet” por respuesta (he desechado la opción “pregúntaselo a tu padre” ante el temor a ser fustigado por el Instituto de la Mujer, perseguido por el Ministerio de Igualdad o se me condene al exilio en una remota isla cercana a África por vulnerar los establecido en la futurible ley de Igualdad y No discriminación).

Pero, volviendo a los mercados…¿Qué son?, ¿De dónde vienen?, ¿hacia dónde van?. Lo cierto es que poco se sabe de ellos, o al menos esa es mi impresión. Los mercados son como unos dioses antiguos a los cuales la crisis ha sacado de su letargo y nos exigen sacrificios humanos para aplacar su ira destructura. Suenan a hordas invasoras de esas que violan y saquean el poblado mientras nuestros techos de paja arden.

Si algo está claro, es que suscitan tanto miedo como alguna de las dos opciones anteriormente descritas. Un buen día, pasaron a gobernar los designios del planeta. Nadie hace nada sin consultarlo primero con ellos, cual oráculos de Delfos. Si los mercados hacen el amago de estornudar, los ciudadanos huyen despavoridos por las calles como si los persiguiera el mismismo, (o la mismisima) Godzilla. Los mercados han venido para quedarse y más nos vale tenerlos contentos, aunque no sepamos como.

Una posible explicación pasaría por asumir algunos dogmas del sistema capitalista. Si entendemos la economía como un proceso en el que intervienen diversos actores, cada uno buscando maximizar su beneficio para, milagrosamente a través de una mano invisible que los pone a todos de acuerdos, aumentar el bienestar de todos nosotros, los mercados no serían más que la suma de todos nuestros comportamiento, ergo los mercados somos nosotros.

A la luz de esta teoría algo falla, ya que no se puede ser ciudadano y Godzilla a la vez, a no ser que seamos tan gilipollas para asustarnos de nuestro propio comportamiento. Una vuelta de tuerca a lo dicho nos lleva a considerar que los mercados no son más que el experimiento que se le fue de las manos a un chiflado doctor de película de serie B (que bien podría ser el FMI, Moody’s, Bearn & Stern, Merryll & Lynch, AIG, Milton Friedman, etc. Es decir, los mercados es algo que crearon los humanos que un día cobró consciencia propia y decidió aniquilarnos. Si esto fuera así, hago un llamamiento a John Connor, si es que llega a leer esto, para que envié un Cyborg del futuro para que cambie el presente.

Parece ser que esta es la explicación más plausible. Nosotros creamos el sistema. Nosotros creamos la crisis que liberó a los mercados, los cuales campan a sus anchas haciendo estragos a su paso. De hecho a los niños se les dice: “o te comes la sopa o mañana vendrán los mercados, desconfiarán de nosotros y subirá la prima de riesgo, vendrán los sumos sacerdotes de la calificación (que merecen otra disección aparte) y te pondrán mala nota. De todos es sabido que los mercados no hacen prisioneros: asesinan a nuestros vecinos, violan a nuestras esposas e hijas, esclavizan a los niños, queman las cosechas y matan los animales. Si no me creen, pregúntales a Grecia, Portugal, Irlanda.

Observando tal desolador panorama, tengo la esperanza de que, siguiendo otras teorías un poco más modernas y experimentales, los mercados sean como los reyes magos: un invento de los padres, en este caso de los padres de la crisis: los anteriormente nombrados con especial hincapié en el Nobel Friedman (viendo que éste visionario ganó el de economía y Obama el de la paz, propongo que el de química se lo den al que inventó el LSD) y las agencias de calificación que si bien no sorprende que sigan calificando como si nada hubiera pasado y nunca hubieran calificado como AAA+ las tóxicas subprimes, lo cierto es que sorprende que aún la gente se indigne si a su deuda le pone un suspenso. Yo me lo tomaría como un halago. Si viene Paco Rabanne a decirme que la MIR va a caer sobre mi jardín, hasta dormiría más tranquilo. Los de estas agencias no tiene nombre: es como si Maclaren fichara a Farruquito.

Según todo esto, los mercados serían un invento de los que crearon la crisis para que la gente olvide que la crisis la crearon ellos y, lo más importante, para que si alguna vez salimos de la misma, a estos iluminados les afecte lo menos posible. Muchos atribuyen la frase “donde muchos ven crisis, yo veo oportunidad” a Einstein, pero yo estoy convencido que la dijo el banquero al que la reserva federal le rescató. Evidentemente se refería a oportunidad para repartir dividendos en vez de conceder créditos.

Ahora que caigo, esta última idea da más miedo que sufrir las iras de los Dioses Antiguos, las hordas invasoras bárbaras, Godzilla y Skynet a la vez, así que espero estar equivocado.